Que te digan teniendo diecisiete años ya. Que te digan el último día de Fiestas…
Me acuerdo que vino el presidente del Caspe y allí, en la plaza, "oye, mañana a probar con el Zaragoza". ¡Pero si llevamos todo el verano prácticamente sin entrenar!
Pero claro, era una oportunidad, que decías, ¡ostras!
Subimos Miguel Bielsa y yo.
Jugamos un partido en el Burgo de Ebro con el Zaragoza Juvenil.
Bueno, oye, fue otra experiencia más. Me puse la camiseta del Zaragoza. Que ya es algo, ¿no?
Por motivos laborales tuve que dejar el fútbol, lo deje en el año 83, y en el 84 se inauguró los Rosales. Eso me fastidió mucho.
Después, cuando a lo mejor podía haber vuelto a jugar o intentarlo por lo menos, ya me dio pereza. Me metía con veintiséis años y me dio pereza volver. Y sí, eso me dolió, no haber podido jugar en los Rosales.
El Arena Sport éramos un grupo de amigos, después jugué algún año con el Compromiso, igual, éramos todos una piña.
Ese aprecio y ese cariño que le coges a la gente se mantiene.
Mira que han pasado años y aún les recuerdas a todos.
Si los ves, si te saludas con ellos, has creado esa amistad gracias al fútbol.
Esa es una cosa que valoro mucho.